martes, 5 de mayo de 2020

1972/1974 MIS AÑOS EN MADRID





En septiembre de 1972 mi padre fue destinado a Madrid por la Primera Bandera de Paracaidistas.
En Alcalá de Henares, calle Ferraz número diez, barrio de Argüelles, alquiló un pisito que constaba de tres dormitorios, un salón, una cocina y un baño, además tenía un balcón que daba a la trasera de una calle que no recuerdo su nombre. Un mes más tarde lo hicimos nosotros; mi madre con 19 años, mi hermano de tan sólo dos meses y yo con dos añitos...
Mi madre no se había separado de sus progenitores a excepción de tres meses, justo un año antes, y coincidiendo con un curso que mi padre estaba haciendo en Hoyo de Manzanares para ascender a Sargento, así que no fue una decisión fácil.
Pero... ¿Qué no se hace por un hijo? Aquí ningún médico le daba un rayito de esperanza para la parálisis cerebral que yo padecía, al contrario, el psiquiatra que me examinó anotó en su cuaderno "retraso mental". Así que, con la intuición que una madre suele poseer, no se equivocó al pensar que allá habrían más adelantos médicos y mejores profesionales.

Una vez en Madrid mi padre movió los hilos para que me vieran en el Gómez Ulla, el hospital militar ubicado en Carabanchel. Tras un reconocimiento médico el doctor González Mas me derivó al hospital Reina Victoria en Cuatro Caminos para empezar mi rehabilitación. En el mismo hospital militar podrían habérmela realizado a través del seguro de mi padre pero, como siempre ocurre, todo es un negocio y me remitió al otro como si fuera una consulta particular.

A mi padre le daban permiso en el cuartel pues, desde Alcalá de Henares hasta Cuatro Caminos, habían más de 30 kilómetros. Se ponía al volante de su simca 1000 rojo, recogía a mi madre que dejaba a mi hermano pequeño con la Sra. Marina, una mujer gordita que se había casado con un Canarión llamado Santiago (joder, los recuerdos como si fuera hoy) 😥 y conducía hasta el hospital de Cuatro Caminos.
Allí los fisioterapeutas enseñaban a mi madre cómo debía hacerme la rehabilitación. No sé si íbamos cada lunes o cada quince días, ni cuántas sesiones me hicieron hasta que le pasaron el relevo a mi madre. Lo que sí recuerdo son los folios con dibujitos en blanco y negro y que tooodas las mañanas, tooodos los al mediodías y tooodas las tardes me obligaba a trabajar los ejercicios. Llegué a odiar las pompas de jabón que me exigía hacer con una pajita, odié caminar como una carrucha y sus enfados para que abriera las manos, odié soplar velas y bolitas de papel, odié hacer collares de macarrones... Lo odié porque para otros niños todo eso era un juego pero para mi un calvario.

A principios de 1974 mi padre tuvo que hacer un curso de apertura manual (saltos) y nos mudamos unos meses a Alcantarilla, Murcia. Alquiló una casita al lado de una panadería y el olor a pan recién hecho y el ruido de los hornos de madrugada los reconocería entre un millón 😊 Tenía un patio interior sin techo y mirábamos hacia el cielo para ver a los paracaidistas volar como pájaros. Tengo tantos y tan lindos recuerdos de ese lugar que me entra un "no sé qué, que no sé yo".

Ese mismo año en Santa Pola, Alicante, di mis primeros pasos. La rehabilitación había hecho efecto mas ello no me libró de los tediosos ejercicios por parte de mi madre...

sábado, 18 de mayo de 2019

LOS COMEDORES DE LOS CENTROS DE EDUCACIÓN ESPECIAL

https://www.lasexta.com/programas/te-lo-vas-a-comer/centros-educacion-especial/la-enternecedora-charla-de-chicote-con-isaac-un-nino-con-discapacidad-de-mayor-quiero-ser-como-tu-cocinero-video_201905155cdc88b10cf209297f1a189e.html

jueves, 28 de marzo de 2019

THE HOLE ZERO

El jueves, día 21, mi amiga Sonia y yo nos ganamos dos entradas DOBLES, que #kanerotika y #los40principales sorteaban para ver el estreno del espectáculo THE HOLE ZERO.
¡¡Fuimos anoche y lo pasamos bomba!!
Agarradita del brazo de un chico buenorro, (es una de las ventajas de ser una coja con más cara que espalda), que me acompañó hasta la entrada de la carpa 🎪      iba yo más contenta que Macario, el de José Luís Moreno. Una vez allí, estando ya en la rampa de acceso, ésta cedió hundiéndose un poco (casi me quedo más coja) y como resultado se formó un escalón un poco grande para yo poder subirlo. Entonces el chico buenorro me dijo que le pusiera mi brazo por encima y, claro, yo, que siempre he sido muy obediente... 😈
¡¡Qué subidón, por favor!! Entre eso y el Show regresé a casa más caliente... Uy, perdón, quise decir más cabal que nunca, jajaajajaaajaj..









miércoles, 11 de octubre de 2017

ALMA HERIDA...

Una vez... A mi madre, al ver cómo trataba a mi Nenuco, le dijeron que algún día YO sería una buena mamá... YO sólo recuerdo que mi pasión eran los niños y mi gran sueño era, algún día, ser madre... Ese día llegó la madrugada de un sábado de invierno con Luna llena y fui la mujer más feliz del universo... Esa noche no se me borra la cara de mi madre... Estaba asustada pues, sabía lo que había arriesgado quedándome embarazada y, era consciente que llegaba el mayor de los peligros... DAR A LUZ...
YO no recuerdo mayor dicha que cuando vi, por primera vez, el pedacito de mis entrañas... Desde ese mismo instante, ese ser tan pequeñito, se convertía en el farolillo que iluminaría mi camino... No sé si lo he hecho bien... Regular... Mal...o las tres cosas a la vez... YO sólo sé que ser madre es una vocación sin descanso... Que cuando ves a tu hijo sufrir es como si una parte de tu alma se desgarra y tú padecer es tan magnánimo que la herida parece no cicatrizar nunca...
La VIDA nos enseña las lecciones más duras de un plumazo, sin advertirnos de antemano, sin anestesia y debemos aceptarlas porque, gracias a ellas, CRECEREMOS como personas tengamos 17, 47 o 60 años.... ¿O no es cierto que para ver las estrellas más brillantes debe haber la suficiente oscuridad?...

miércoles, 28 de septiembre de 2016

YO TENGO UN HIJO...


Yo tengo un hijo... Un hijo muy, muy deseado, el gran sueño de mi vida, que vino al mundo la noche de un sábado de invierno bajo la atenta mirada de una enorme luna llena.

Un hijo nacido mediante cesárea en una clínica particular puesto que en el Materno Infantil me sugerían lo intentara por vía natural, pese a mi parálisis cerebral. 
Un hijo al que, desde que supe crecía en mis entrañas, le hablaba y le hablaba mientras acariciaba mi barriguita con una ternura infinita. 
Un hijo a quien transmití todo mi optimismo cuando, en los primeros meses de embarazo, amenazaba con abortar.
Un hijo al que leía los cuentos de Eva Luna y enganché a las canciones de "Los Pecos" y "Luis Miguel" cuando tan sólo llevaba cuatro meses dentro de mi.
Un hijo al que imaginaba heredando los ojos de su padre y el carácter alegre de su madre.

Yo tengo un hijo... Un hijo decidido y lleno de fuerza que ni siquiera esperó a la semana 39 para nacer.
Un hijo que a los 22 días tuvo una gripe y me lo ingresaron en el Materno saboreando así el amargo aroma del sufrimiento y el desgarrador dolor del alma. Esa noche lloré, lloré y lloré hasta quedar dormida extenuada de tanta congoja... Recuerdo mi madre se recostó a mi lado y me dijo con cariño: "¿Ves?, eso es un hijo..."  
Un hijo que con 5 meses pronunció su primera palabra: "Emma" (el nombre de su tía *), con 6 meses dijo papá, con 7 mamá y con 17 meses había que decirle: ¡¡Cállate!! (risas).
Un hijo al que yo, todas las tardes, sacaba a pasear en su carrito y le iba cantando las canciones de Teresa Rabal ¡¡sin que llovieraaaaaa!!
Un hijo que con tres añitos, a la hora de cruzar las calles conmigo, iba parando los coches levantando su pequeña manita en señal de STOP, tirando de mi brazo para salir corriendo, como si él tuviese la obligación de protegerme.

Yo tengo un hijo que con 5 añitos agarró por el cuello a su mejor amigo porque éste afirmó que su madre hablaba mal...
Un hijo que, siendo muy pequeñito, cuando me veía cargada con bolsas de la compra venía corriendo hacia mi para ayudarme o, se las "encasquetaba" a mi madre alegando que yo no podía...
Un hijo que con 6 añitos me preguntó que era "esa sangre que orinaba" y cuando se lo expliqué, cada vez que me venía la regla, me recordaba que no estaba embarazada...
Un hijo al que jamás he tenido que mandar a estudiar ni hacer sus deberes...
Un hijo que es muy consciente de que TODOS tenemos capacidades diferentes...

Yo tengo un hijo que lleva el arte en la sangre...
Un hijo que es el farolillo que ilumina mi camino y a quien AMO con todo mi ser....
   



viernes, 27 de mayo de 2016

MAMÁ UCA Y PAPÁ JUAN... MIS ABUELOS MATERNOS.


    Se llamaba María Ortega Yánez; le decían Maruca y para nosotros, sus nietos, siempre fue "mamá uca". Fue la quinta de siete hermanos (la primera hembra después de cuatro varones) y nació en la barriada de San José un 15 de febrero de 1.912, el mismo día y mes que nací yo, presagio de nuestra ya eterna complicidad...

Guardo tantos recuerdos suyos en mi memoria que igual tendré que escribir dos partes sobre ella, más que nada para evitar aburrirles (risas).





     Se casó un 19 de agosto de 1.945 con Juan Ruiz Rodríguez, mi querido abuelo, al que llamábamos "papá Juan". Era natural de Gáldar pero había emigrado con sus padres a la ciudad en busca de mejores oportunidades. Con tal fin habían arrendado una tienda "de aceite y vinagre" en la Calle Nieves, número 17 del Risco de San Nicolás y mi abuelo, que ya era un "galletón", empezó a vender plátanos de estraperlo y bocadillos en un almacén muy cerquita del Hospital Militar que, en 1.937, estaba situado en la calle Juan de Quesada.
Allí fue donde conoció a mi abuela; pues ésta solía ir a visitar, junto a su hermana Loli, a los enfermos de dicho hospital para hacerles un pizco de compañía. Las idas y venidas hicieron que se convirtieran en asiduos de la zona y así, poco a poco, surgió el amor...
A su vez, Loli entabló amistad con un presunto preso político de Tenerife, que se encontraba allí ingresado, con quien casó años después para pasar el resto de su vida en la hermosa isla vecina.




Mi bisabuelo le traspasó el negocio a su hijo recién casado por 30 pesetas diarias y allí, en una minúscula habitación de la parte trasera que llamaban "la trastienda", el matrimonio empezó su nueva vida en común. La tienda se inauguró un martes trece y sus primeras ganancias fueron trece duros. Por eso no soy supersticiosa; me gusta los martes treces, los viernes trece, el número trece, (el sesenta y nueve también  :P), los gatos negros, abro paraguas dentro de casa, dejo el bolso en el suelo y, si veo una escalera, paso por debajo de ésta. ¡¡Ja!!



En 1967, con el dinerillo que habían logrado ahorrar, compraron una casa que estaba ubicada en la Calle Nieves número 5, la reformaron completamente convirtiéndose en la primera vivienda del barrio con ¡inodoro!, y al siguiente año se trasladaron. Mi madre ya había cumplido sus 15 primaveras...




Recuerdo con nostalgia aquella casa... Su ancho pasillo revestido con láminas de madera; el enorme salón; aún me parece ver a papá Juan cenando su peculiar tazón de leche con bizcochito picadito, la pasta de guayaba "Conchita" en su inimitable caja de madera y la naranja de postre, sus habitaciones; aquel patio interior tan luminoso que cobijaba, bajo su abrazo, el baño y la pequeñita cocina donde mi abuela se pasaba horas y horas; las empinadas escaleras que daban a la azotea y que nadie me dejaba subir por miedo a que rodara por ellas; hasta que un día, a hurtadillas y a cuatro patas, las escalé desafiando al mundo a la par que demostraba lo cabezona y testaruda que sería (aunque yo prefiero llamarlo tenacidad para que parezca una virtud en lugar de un defecto, jajaja).
La azotea merece una mención especial porque el día que la descubrí, me enamoré...
Me enamoré de aquel amplio espacio al aire libre; del suelo color teja que quemaba cuando el sol lo bañaba; me enamoré de las paredes blancas que dibujaban sombras al compás del movimiento del astro rey; de los días nublados y su  lluvia; del horizonte y del enorme edificio que se divisaba a lo lejos convirtiéndose en esa particular brújula que me indicaba qué escalinata subir para retornar a casa.





Tengo cuarenta y seis años; viví siete en el Risco y veintiuno en Escaleritas pero, cuando alguien me pregunta:  -"de "dónde eres"-,  siempre contesto orgullosa que soy de San Nicolás.
Quizás por ello aún me invade una especie de melancolía cuando rememoro la tristeza que me inundó cuando supe que mi madre vendía la casa... Y quizás por ello, de vez en cuando, vuelvo a pasear por sus calles empedradas envuelta en una especie de morriña y desconsuelo...




Mi abuela era regordeta y corpulenta; de piel blanquita; recuerdo que la parte interna del brazo era un colgajo, inevitable síntoma del paso del tiempo, con el que a mi me gustaba jugar moviéndolo de lado a lado como si de un columpio se tratase...
Tenía su característico pelo rizado ya de color plata y su voz aguda que, a veces se convertía en chillona, pero que a mi me encantaba. Era una mezcla entre Rafaela Aparicio y Gracita Morales, jajaja...

Y yo, tuve la suerte de ser su primera nieta...



Nací un 15 de febrero de 1.970 a las once menos cinco de la mañana y, como en ese tiempo, mi madre ayudaba a mi abuelo en la tienda, se puede decir que fue ella quien prácticamente me crió.
Mi madre cuenta que con dos añitos se me puso un ojo "virolo" y tuvieron que tapármelo con un parche; a mi pobre abuela casi le da algo cuando me vio porque decía que, como era poco lo que tenía encima, aludiendo a mi parálisis cerebral, lo que me faltaba era un ojo "cambao". Así que se fue a la Iglesia y le prometió a Santa Lucía, patrona de los invidentes, un ojo de cristal si curaba el mío. A los pocos meses mi ojo volvió al sitio y Santa Lucía tuvo el suyo de cristal.





Siempre fui malísima para comer; recuerdo los aviones de carne y papa frita que, mamá uca con tanta paciencia, hacía volar desde más allá de su brazo derecho hasta mi boca. Yo tardaba minuuuuuutos y minutos en masticar aquel pizco de ternera y hoooooras en comer. A veces, me sentaba en el alféizar de la ventana de nuestra habitación con la esperanza de que, a lo mejor, viendo pasar a las vecinas, engullía más rápido pero ocurría todo lo contrario... Aquellas idas y venidas de la gente, sus risas, comentarios, carantoñas, bromas y demás hacían de mi almuerzo un espectáculo y yo, claro, me lo pasaba pipa, me distraía, etc. ¡¡Nunca funcionó!!





Dormía en la misma habitación que mis abuelos; era un dormitorio enooooooorme, el más grande de la casa, por eso mis días coronaban allí, a la vera de papá Juan y mamá uca que velaban mis sueños en aquella estancia aromatizada de vicks vaporús.
Lo hacía en un mueble que escondía en su interior una cama plegable; por las mañanas era un enser más de la casa que servía de estantería y ropero, por las noches, como por arte de magia, se transformaba en mi peculiar y exclusivo dormitorio. Mamá uca tenía colgados en la pared de la alcoba todos mis muñecos y peluches pero, de ellos, había uno que para mi era el más especial...
Se parecía al oso Yogui, era de color beig, con ojitos de cristal de color canelos y una pupila negra muy brillante la cual yo miraba y tocaba embelesada. Asimismo tenía la planta de sus patitas forradas con una tela de cuadros verdes y blancos y eso, precisamente, era lo que lo hacía diferente a los demás; ¡¡yo tenía un vestidito de tela idéntica!! y aquello me llamaba tanto la atención...
Cada vez que mi abuela me ponía ese traje, le pedía me bajara el osito de la pared y ese día no nos separábamos.





Por el barrio siempre pasaba el mismo panadero, Pepito se llamaba y mi abuela, todas las tardes, le compraba el pan para la merienda. Exquisitos bocadillos de nocilla los que me hacía y yo devoraba sin piedad (esos si me lo zampaba sin rechistar). Aquel característico olor y sabor a panito recién hecho, donde el chocolate se fundía cual volcán en erupción, unido al talante bonachón de Pepito hizo que jamás me olvidara de él.





De Papá Juan no tengo demasiados recuerdos... Sé que era la persona más generosa y noble que pisaba la tierra y que  le apasionaban los animales; de hecho tenía conejos, gallinas, cabras, periquitos y ¡¡hasta un mono!! que se vio obligado a quitar porque cuando no estaba tocándose la "chola", estaba masturbándose , jajajajaja...
Yo lo del "mono salío" no lo sabía, pero sí recuerdo ver cabras en la azotea incluso, ahora que lo estoy rememorando, me viene a la memoria el fuerte olor de aquella zona, una mezcla entre alfalfa y excrementos que echaba "pa'tras".
Ahora entiendo por qué siempre he querido una casa con terreno donde poder atesorar y disfrutar de toda clase de animales; perros, gatos, conejos, gallinas, patos, etc, etc. Es algo que siempre le comento a mi hijo: "Yo sería feliz en una pequeña casita con terreno para poder acoger a cualquier animalito abandonado, una casita que además tuviera un pizco de césped porque me encanta su olor y, aparte, solamente el verlo, me transporta directamente a la calidez estival del verano, una casita cuya cocina estuviera rodeada por un gran ventanal y una buhardilla a donde pueda retirarme cada vez que necesite de un espacio para escribir o evadirme..."





Mi abuelo se levantaba a las cinco de la mañana si debía ir al mercado a por provisiones para la tienda, de lo contrario siempre lo hacía una hora más tarde para atender a sus "bichitos" antes de ir a trabajar.
Recuerdo con mucho cariño la vez que me encontré media peseta y se los di para me comprara alguna chuchería en la tienda y me trajo un paquete de millo. Resultó ser emocionante pues fue lo más parecido a conseguir algo por mi misma.



El día cinco de mayo de 1.975 mi abuelo traspasó la tienda por doscientos veinte mil trescientas veinticuatro pesetas de aquel entonces; el uno de enero de 1.976 murió de un infarto cerebral (ictus) cuando todavía no había cumplido los 64 años de edad y ese mismo año se vendió la casa de San Nicolás...












jueves, 10 de enero de 2013

PARECE MENTIRA...

Parece mentira...¡¡Cómo pasan los años!!

Se me antoja fue "ayer" cuando por primera vez vi la carita de mi farolillo, con aquellos mofletes y aquella pelusilla en la cabeza...

Parece mentira pero... ¡¡Incluso los deseos a los Reyes Magos han dado un giro de 180 grados!! Hasta hace un año pedía pelucas y disfraces mas este 2013 su rincón de regalos estaba lleno de ropa, un móvil y una cámara fotográfica...

Es época de cambios, grandes cambios a nivel  emocional para todos. Èl crece y yo intento que la sobreprotección materna ejercida tiempo atrás quede relegada a un segundo plano. Es difícil porque a veces vuelvo a tropezar con mis miedos y se me hace cuesta arriba mantener fría la cabeza y mentalizarme que ya empezó el cambio, que está en plena transición, que el adolescente se convertirá en adulto cuando menos lo espere y que para ello debo darle cierta libertad y respetar su espacio.

Parece mentira cómo me veo reflejada en él cuando se encierra en su habitación a escuchar música o cuando no deja que sea yo quien elija su ropa... Cuando pasa horas en el baño con el secador o se preocupa por su acné...

Parece mentira que ya tenga su particular círculo de amigos y quede para ir al cine y al Mc Donald sin la supervisión directa de sus progenitores.

Parece mentira que aún siga sintiendo pasión por el cine, la música, la interpretación. por su actriz favorita (Antonia San Juan) y su serie favorita (LQSA)

Parece mentira que... dentro de doce días ¡¡ME CUMPLA TRECE AÑITOS...!!



miércoles, 5 de septiembre de 2012

Nuevos propósitos...

Como muchos saben, a mis 42 añitos, aún me quedan algunos objetivos por cumplir y entre ellos está el aprender a nadar. Jamás he flotado pero al menos antes (hace muuuucho tiempo) me defendía buceando y no le tenía tanto "respeto" al agua. Se ve que con la edad todo cambia, ¡hasta nuestros miedos!. Hace unos 8 años estaba yendo a nadar a un polideportivo a través de una asociación de minusválidos y, además de hacer un pizco de ejercicios, me lo pasaba bomba, pero me cambiaron el turno en el trabajo y ya no pude asistir más. Me da rabia porque desde entonces busco cursillos adaptados en horario de tarde y nada de nada... Todos son por las mañanas. Parece ser que los "cojos" no tenemos derecho a trabajar... Está en la mente de muchos creer que somos unos inútiles, unos parásitos que no aportamos nada a esta sociedad del "bienestar" y, en cambio, nos aprovechamos de ella. En fin, el caso es que he tenido que contratar los servicios de una monitora particular para poder hacer un poco de ejercicio dentro del horario que me conviene. Triste pero cierto...

Si todo sale bien empezaré la semana que viene a chapotear y tragar más agua que un sapo, jajajaja... ¡¡Qué tiemble la sirenita que llega Marguita!!

  

miércoles, 18 de enero de 2012

BREVE E INTENSO

Era la primogénita de un matrimonio muy joven. Nací un 15 de febrero de 1970 en Las Palmas de GC. cuando mi madre aún no contaba con sus 17 años cumplidos. Pesé 2 kilos 900 gramos. El embarazo fue normal y, “supuestamente”, el parto también. Ella sólo recuerda horas y horas de dolor y que cuando, por fin, el ginecólogo ayudó alumbrarme ya estaba exhausta.
Todo marchaba según lo previsto hasta que con el paso del tiempo se percató de que “algo” no iba bien; transcurrían los meses y yo, con nueve, todavía no mantenía ni la cabeza ni el tronco como otros niños de mi misma edad. Me llevó al pediatra y éste la derivó a un psiquiatra quien me diagnosticó “ un retraso” y aconsejó matricularme en “El Monte Coello” que era una especie de colegio para niños con Síndrome de Down.
Ella acudió al lugar indicado pero, con la extraña intuición que sólo una madre puede tener, supo que aquel sitio no era el adecuado para mi... Exactamente no sabía lo que podía padecer su hijita pero lo que vio en ese colegio ¡no era!
Fue gracias a una vecina, la cual le dijo que el hijo de su prima parecía tener lo mismo que yo, que acudió al rehabilitador que trataba a ese niño. Él fue quien informó a mi madre de lo que me afectaba: una Parálisis Cerebral Infantil seguramente causada por un sufrimiento fetal al nacer. Desde entonces mi madre, lejos de lamentarse y amilanarse, cogió al toro por los cuernos y luchó por mi independencia como persona.
En 1974 di mis primeros pasos casi a la misma vez que empezaba hablar. Con 5 añitos andaba sola y hablaba por los codos. Empecé la EGB en el Colegio de Educación Especial San Juan de Dios en 1975 a la par que acudíamos a diferentes profesionales en Madrid y Barcelona. Desde que tengo uso de razón recuerdo las largas y pesadas sesiones de ejercicios que mi incansable madre me hacía en casa; la carrucha (me cogía los pies para que caminara con las manos) y sus enfados para que las abriera bien... los collares de macarrones... las pompas de jabón... el soplo de velas...
El último tratamiento que tuve la suerte de probar fue el Método Tómatis (Barcelona 1991) con 21 años.
Terminé la EGB con 14 años, el bachiller con 19, la Formación Profesional (Jardín de Infancia) con 22 (a esa misma edad también me saqué el carnet de conducir) y la Universidad (Trabajo Social) con 25. Decidí optar por esa carrera porque deseaba AYUDAR a madres que, como la mía, estarían pasando un calvario pensando que serían de sus hijos en un futuro. ¡Y qué mejor ejemplo que el propio! Pero la sociedad es tan injusta que jamás me dieron la posibilidad de demostrar mi valía como profesional en el campo de lo social. Puesto que ya daban por hecho mi incapacidad, nunca llegué a pasar las entrevistas personales, pese a sacar las mejores notas en las pruebas teóricas pues prejuzgaban sin haberme dado siquiera la oportunidad de probar si aquel juicio de valor se correspondía con la realidad o no.
No obstante, tal y como mi madre me había inculcado desde muy temprana edad, no desistí de mi empeño y con 27 años empecé a trabajar en una Asesoría Jurídica. Mis primeras funciones fueron realizando fotocopias, imagino que porque no se fiaban de mi (risas), luego me mandaron a copiar datos a un ordenador, después me hicieron cargo de la facturación interna de la empresa y por último acabé como responsable del departamento de facturación al completo. Me subieron el sueldo y me compré una casa.
En 1998 me independicé con mi pareja y dos años después dí a luz a un niño varón sano pese a la no recomendación de algunos médicos pero, sobre todo, al desaconsejo de mi madre. En aquellos momentos no entendía la postura de mi madre... Ella, que siempre me había inculcado que “si quiero puedo” me vetaba mi gran sueño: SER MADRE. Pero ahora que lo soy entiendo que sus razones eran miedos... miedo porque sabía que ser madre era una vocación sin descanso y en esa batalla no podría protegerme.
En el año 2000 cumplí mi gran sueño: SER MAMÁ y, viéndolo crecer como persona, me reconforta intuir que lo estoy haciendo bien...
Trabajé durante más de 20 años; cinco para una empresa privada y el resto para la administración pública. En enero de 2018 me concedieron la INCAPACIDAD PERMANENTE ABSOLUTA y, al principio, me sentí muy desubicada... Estaba acostumbrada al trajín diario y se me hizo cuesta arriba estar en casa pero decidí que era hora de volver a tener calidad de vida e intentar cumplir los sueños que se quedaron en el limbo como consecuencia de la rutina.
Respecto a los sueños pues... Aprender a nadar, escribir un libro, seguir educando en valores a mi hijo, dar charlas o participar en simposios para ayudar a otras madres que, como la mía en su momento, piensan "que serán de sus hijos" y a todo aquel que desee un chute de energía, positivismo y alegría, un empujoncito para seguir adelante con fuerza y determinación.





YO CON 20 AÑITOS


CON 7 AÑOS Y 46

martes, 17 de mayo de 2011

DESAHOGO...

     Siempre he hallado gran alivio escribiendo lo que me sucede; contando cómo me siento me desahogo... me consuelo... y, cuando termino, es como si encuentrase la tranquilidad al final del camino.
Llevo ya varios días angustiadísima, ya no por el mero hecho de aquello que antañe a mi hijo sino, por no tener refugio donde protegerme.

En verano del 2009 Humberto tuvo una primera crisis de ansiedad estando en el apartamento del sur y coincidiendo con la muerte de Michael Jackson que le originó vómitos y taquicardia. Todo empezó cuando le preguntó a mi cuñado de qué había muerto el cantante y éste le contestó que "de repente"...

Al parecer se acostó pensando que si la gente moría sin causa aparente a él también podría pasarle lo mismo. A partir de ese momento casi que se obsesionó con el tema de la muerte y me hacía preguntas tales como: "¿a dónde vamos cuando fallecemos?", "¿qué se siente al morir?", "¿el cuerpo se queda igual, lo único que yo dejo de pensar pero lo estaré viendo todo?"
Yo intentaba explicarle que la muerte era algo natural... que todos tenemos que morir algún día pero siempre hay una causa para ello... que nadie muere de repente... etc. Pero mis aclaraciones parecían no satisfacerle del todo y siempre pedía más razonamientos que él pudiera entender.

En septiembre de ese mismo año, fuimos derivados a la psicóloga de la Seguridad Social  para nos ayudase a solventar su "somatismo"; ésta nos dijo que, durante la exploración, había visto que también tenía problemas en sus relaciones sociales (amigos del colegio) y consideraba este asunto más vital. Yo le comenté que desde el curso 2007/2008 mi hijo había estado sufriendo acoso escolar por parte de un grupo de niños de su edad, que lo insultaban, le pegaban, etc. y que, incluso, la tutora de estos niños lo había humillado delante de los demás tachándolo de mentiroso, diciéndole que toda la culpa era suya y amenazándolo con llevarlo a un internado. Ocho o nueve meses después le dio el alta...
He de decir que los problemas de intimidación, si bien disminuyeron, no se solucionaron del todo hasta que al año siguiente amenazé con denunciar a inspección educativa.

No sé cuándo comenzaron lo que él llama "sus manías"... Repetir varias veces la fecha de caducidad de los productos, colocar sus zapatillas de una manera determinada, cerrar la verja que da al garage si la encuentra abierta, o preguntarme constantemente si no le va a pasar nada ni se va a morir si no lleva a cabo esas manías... Lo que si sé es que han ido de mal en peor... Ha hecho un par de aluciones al  suicidio pero sin tener conciencia de ello, o sea, me llegó a decir que a veces querría dormirse y no despertar en una semana para así no pensar en sus manías porque lo estaban volviendo loco. ¿Se pueden llegar a imaginar lo que supone para una mamá oir eso de un niño con diez añitos? Me vi impotente... frustrada... pero tuve que sacar fuerza de flaqueza para reprimir mis lágrimas, protegerlo con un abrazo que duró minutos y prometerle que todo se iba a solucionar... Que su mamá siempre estaría ahí  para ayudarlo...

El 17 de febrero acudimos a una psiquiatra infantil particular. [Menos mal que nos dio cita para dos meses después y pude ahorrar los casi 200€ de la consulta (risas)]  Después de tres horas su diagnostico fue "un gran cuadro de ansiedad con trastorno obsesivo convulsivo leve". Nos mandó una analítica, un electrocardiograma y un tratamiento con un fármaco para la ansiedad social.

En el trabajo no puedo llorar... Cuando llego a casa coincido con mi pareja, así que tampoco puedo... Podría aprovechar cuando se ausenta para ir a recoger al enano en el cole pero, teniendo en cuenta que éste se encuentra a unos 30 metros de casa, sería imposible purificar por completo mi padecer. Además, cuando llega el enano me gusta estar radiante de felicidad y llena de alegría; obviamente no quiero que me vea moqueando y con los ojos morados de llorar... En fin, que todo son obstáculos para un simple desahogo... Tendré que esperar a que me visiten tiempos mejores y espero no tarden mucho, jeje...

jueves, 24 de febrero de 2011

MÉTODO VOJTA: ESPECIALMENTE INDICADO PARA NIÑOS CON PCI.

Václav Vojta, neurólogo y neuropediatra, nacido el 12 de Julio de 1917 en la República Checa, descubrió la Locomoción Refleja y fundó el método de Diagnóstico y de Terapia Vojta.

Buscando un tratamiento para niños con paralisis cerebral, descubrió que se desencadenaban unas reacciones motoras repetidas en el tronco y las extremidades, a partir de unas posturas y con unos puntos de estimulos.Dedujo que lo que ocurre en la parálisis cerebral es un bloqueo funcional del desarrollo motor.

Con esta terapia se estimula al cerebro para que active los patrones motores innatos que el niño tiene almacenados y pueda usarlos como movimientos coordinados en tronco y extremidades.

La terapia Vojta se puede aplicar a cualquier edad, pero cuanto antes se empiece el tratamiento, mucho mejor.

Conseguimos los siguientes efectos:

-Actuamos sobre la musculatura esquelética.( columna, cabeza, manos..)

-Trabajamos la zona orofacial ( succión, deglución, habla...)

-Respiración

-Sistema nervioso vegetativo ( funcion vesical, intestinal, irrigacion de la piel ...)

-Percepción ( reacciones de equilibrio, orientación espacial...)

-Psiquismo ( mejor control emocional...)

Aplicaciones de la terapia:

-Alteraciones de la coordinación central en lactantes.

-Parálisis cerebral.

-Espina Bífida.

-Enfermedades musculares.

-Escoliosis.

-Displasias de cadera.

-Problemas de respiración, deglución y masticación.

Contraindicaciones:

-Infecciones agudas e inflamaciones.

-Osteogénesis imperfecta ( huesos de cristal ).

-Algunas enfermedades cardiacas.

Para que la terapia sea eficaz, debe aplicarse varias veces al dia ( hasta 4 ) y cada sesión dura entre 5 y 20 minutos. Por este motivo los padres juegan un papel muy importante, ya que son coterapeutas, junto al fisioterapeuta que sigue toda la evolución y tratamiento.

Los niños expresan con llanto la activación terapéutica que es necesario provocar, pero después de un periodo de acostumbramiento ese llanto no es tan intenso, por lo que no hay que pensar en ningún momento que al niño se le haga ningún daño.

Es muy aconsejable la relación y el diálogo con otros padres que han realizado o realizan la terapia para poner en común sus experiencias y compartir sus inquietudes.


QUÉ HACER POR SU HIJO...

Qué hacer por su hijo con lesión cerebral o retraso mental, deficiencia mental, parálisis cerebral, epilepsia, autismo, atetosis, hiperactividad, síndrome de déficit de atención, retraso en el desarrollo, síndrome de Down...
Glenn Doman

Es "el libro" sin duda, para quienes quieran conocer y comprender mejor la organización neurológica. Cómo y por qué trabajar con niños con disfunciones en su sistema nervioso, disfunciones tan variadas que van desde la parálisis cerebral hasta las dificultades de aprendizaje. Y que, al fin y al cabo, se hallan todas en el mismo sitio: el sistema nervioso.

Esto no quiere decir que estos problemas tan dispares se trabajen de la misma forma. De aquí surge la importancia de conocer en profundidad el desarrollo infantil y el nivel que ha adquirido cada niño en cada una de las áreas del mismo.

Glenn Doman nos cuenta cómo tomó conciencia de la importancia de este hecho y cómo fue esto lo que dio un giro a su vida profesional y al concepto obsoleto de tratamiento que hasta entonces se venía realizando y que aún hoy, después de más de 50 años, por desgracia sigue vigente.

Si quieres conocer mejor las bases de la organización neurológica sobre la que se fundamenta no sólo el método Doman, sino muchos otros que han ido surgiendo posteriormente, no dudes en leer este libro.

Su estilo directo y ameno hacen que sea recomendable tanto para profesionales de la salud y la educación, como para padres.

Una mamá orgullosa...