sábado, 6 de noviembre de 2010

EL PRODIGIOSO HECHO DE SER MADRE...




Aún me quedan algunos sueños por cumplir pero el más extraordinario ya lo he conseguido: SER MADRE.

 Recuerdo cuando me hice la prueba con el predictor... Sólo tenía dos días de falta pero algo me decía que dentro de mi la "semillita" ya había germinado, de manera que ese día fui a trabajar como cualquier otro pero, con una diferencia, llevaba encima el pequeño cachivache que confirmaría mi sospecha.
Todas mis compañeras esperaban fuera del baño mientras yo, sentada en el vater, me disponía a inundar aquella cosa. Entre los nervios y la ansiedad casi no doy en la diana con el chorro y faltó poco para tener que salir a comprar otro predictor (risas). El minuto siguiente me pareció eterno....
Cuando aparecieron las dos líneas azules indicadores de que el resultado era positivo, tuve que volver a leer las instrucciones de  la prueba porque, pese a mi presentimiento, bien es cierto que no me considero bruja y no las tenía todas conmigo. Una vez reeleído el prospecto y mirado cincuenta mil veces el predictor me dije: "¡Dios mio, estoy embarazada!"  
No me lo podía creer... Salí del baño con una sonrisa de oreja a oreja y fue entonces cuando todas mis compañeras empezaron a gritar de alegría.

 No quise decir nada en casa hasta confirmar mi embarazo mediante analítica aunque debía esperar una semana porque para que sean fiables tenía que poseer suficiente GCH (una horrmona especial) en la sangre. Pero, para bien o para mal, tuve que acudir al materno al día siguiente ya que esa mañana, al orinar, tenía manchas de sangre en el salvaslip...
Allí, al saber que sólo tenía tres días de falta, el médico dijo que el análisis seguramente saldría negativo con lo cual no haría falta una inspección interna por parte de un ginecólogo pues lo más probable es que fuera a venirme la regla. Cual fue su asombro cuando la enfermera, al cabo de 45 minutos, se le trajo con el resultado: POSITIVO

Me hicieron una exploración pero no vieron nada anormal... Aún así me mandaron hacer reposo relativo con un dignóstico de amenaza de aborto.

Recuerdo que ese día le había dicho a mi madre que antes de ir a trabajar iría al médico porque la tos, que tenía desde hacía una semana, no se me quitaba. Al verme llegar a casa tan temprano me preguntó con cara de asustada: "¿Qué haces aquí tan pronto, qué te dijo el médico?" a lo que yo, con ese humor que siempre me caracteriza, contesté: "Na... mira tú... vas al médico por una cosa y te descubren otra... ¡vas a ser abuela!"
La imagen de ese momento jamás se me olvidará en la vida porque se puso tan amarilla que pensé iba a darle algo. Luego dijo: "La que se nos viene encima..." y se fue hacia el salón. A excepción de los amigos, nadie en casa expresó una "inmensa" alegría por el hecho pero, en esos momentos, lo primordial no era cómo se sintieran los demás... Lo verdaderamente trascendental para mi era ese hijo que ya crecía en mi vientre...

Después de eso vinieron semanas de analíticas, pruebas de azúcar, visitas médicas, etc. Mi madre decidió que, si tenía que hacer reposo, lo mejor era me quedara en su casa y así evitar realizar esfuerzos innecesarios. Benditas mamás, qué haríamos sin ellas, siempre están ahí pese a todo lo que tienen que tragar...
Estuve en "clausura" un mes y medio entero y yo seguía manchando... Tenía ya casi tres meses cuando un día se me estofaron los bigotes y decidí que ya era hora de irme a mi casa. No por nada en especial... Sólo necesitaba retomar mi vida habitual, si tenía que abortar prefería hacerlo con tres meses y no más tarde. Así que cogí mis bartulos y regresé a mi hogar con todas las posibles consecuencias. No trabajaba fuera de casa, aún estaba de baja, pero dentro... Ufff, dentro de casa no paraba la pata y tal como empecé a manchar dejé de hacerlo.

A partir de ahí tuve un embarazo fuera de lo habitual. Sin malestar... sin hinchazones... sin vómitos, sólo tenía naúseas si habría la nevera por la mañana, de manera que mientras Alberto me preparaba el desayuno yo me encerraba en la habitación hasta que ya podía ir a zampármelo. Luego bajaba a esperar la gua-gua que me llevaría hasta la zona donde trabajaba. Solía reirme y decir que si no fuese porque llevaba meses sin caer mala no diría estuviera embarazada.

Todavía no habíamos decidido qué nombres le pondríamos al bebé. Además de porque cuando me hacían una eco, siempre estaba enseñándonos el culo y no sabíamos el sexo que iba a tener, porque cada vez que sacábamos el tema nunca había consenso. Yo estaba tan segura que sería un niño que le propuse Alberto un acuerdo: si era niño yo elegía su nombre y si era niña lo elegiría él... Pero no picó (risas)

 A las 16 semanas por primera vez sentí unas burbujitas en mi vientre y supe que eran las pataditas de mi bebé... Y, justo, ese mismo día me llamaron para recoger la prueba de la amiocentesis que me habían practicado dos semanas antes. El resultado fue: .... UN VARON NORMAL.
¡¡Por fin sabíamos su sexo!! Y, por fin, después de mucho debatir decidimos llamar a nuestro hijo HUMBERTO...

Hago memoria y me sonrío al recordar cómo le gritaba "¡¡Humbertooo, vamos al aguaaa!!" cada vez que me disponía a darme un bañito de espuma y el muy jodio empezaba a moverse como si entendiera. Luego, al pasar el agua calentita por mi barriguita, la acariciaba y le decía... "Esto es el agüita mi vida" y él se quedaba quieeeeeto, quieeeeeto, parecía que se relajaba y todo, jeje... Siempre estaba hablándole y le hacía partícipe de todo lo que sucedía alrededor. También le ponía música de Los Pecos y de mi  Luismi, así me salió de enamoradizo y sensible, jaajaja... Si lo llego a saber me pongo a bailar salsa, aunque no sé qué hubiera sido peor.

A los cinco meses de gestación, en septiembre de 1999, compré mi primer coche. Un peugeot 206 de color azul marino el cual conducí hasta el día que rompí aguas. Yo, por aquel entonces, trabajaba de auxiliar administrativa en una gestoría dedicada a tramitar escrituras y tenía un jefe que se portó conmigo maravillosamente siempre. Se llamaba, bueno y se llama, Enrique Bañares y recuerdo que durante todo mi embarazo no se cansaba de advertirme que si necesitaba días para descansar o lo que fuera que bastaba con hacérselo saber, y, de hecho, a partir de mi séptimo mes de gestación un par de veces tuve que llamar a la empresa para comunicar que no podía acudir porque me había pasado toda la noche vomitando los peazos bocadillos de chorizo revilla que cenaba.

Mi parto estaba previsto para el día 8 de febrero mediante una cesárea programada pero, estábamos en la primera quincena de enero y yo apenas podía dormir por las noches dadas las molestias que sentía en los riñones. Al visitar al ginecólogo me dijo que eran contracciones pero que no me preocupara. Recuerdo que el viernes 21 de enero fui a trabajar pero con la idea de decirle a mi jefe que iba a coger la baja porque ya no aguantaba más. Mi sorpresa fue que ese mismo día a las 21.30 de la noche rompí aguas alumbrando a mi pequeño un 22 de enero a la 00.55 de la mañana...

jueves, 28 de octubre de 2010

LE PUEDE PASAR A CUALQUIERA PERO...

... ¡¡me sucedió a mi!!
El día dos de octubre tuve un accidente doméstico y me quemé tooooda la frente, parte del labio, del ojo, del pecho y la muñeca derecha.

Resulta de que me compré la thermomix en abril porque me pareció muy útil dado que paso mucho tiempo entre fogones y la maquinita me ahorraba tiempo y calderos. Antes me pasaba 15 minutos picando y troceando verduritas y demás hiervas y, encima, los pedacitos no me quedaban tan chiquititos como yo quería. Ahora, y gracias a este invento, pico, trituro, bato, etc, en tan solo unos segundos y lo hago todo en el mismo sitio, jeje... Además, desde que la uso, mi dieta alimentaria es más variada dada la enorme cantidad de recetas que existen por la red. Ayer mismo hice unas berenjenas con carne picada y tomatito que... uhmmmm, ¡¡estaban de rechupete!!.

El único handicap que le veo a mi maravilloso robot de cocina es que tiene poca capacidad a la hora de hacer caldos o patajitos y de ahí mi accidente doméstico...
El sábado día dos estaba manos a la obra con un hermoso potaje de judías y, aparte del medio litro de agua que aconsejaba la recetita, añadí 300 litros más para hacer los 800 que era el máximo que se podía agregar aparte de las verduras. ¿Qué pasó? Pues que no me di cuenta de que al echarle las judías ese tope iba aumentar... Encima esa vez, antes de batirlo, no retiré con el cucharón los dos platos que previamente aparto para Alberto porque él prefiere comerse el potajito entero y no molido. Así que entre una cosa y otra, se unieron una serie de factores que hizo que al batirlo me saltara todo el caldo hacia la cara.

Ni grité, ni me asusté, ni hice ningún gesto. Mi reacción fue bajar la cabeza, cerrar los ojos y no soltar el cubilete hasta que vi que mi hijo, que estaba detrás de mi, huyó de la cocina gritando ¡¡mamá sal!! Mi temor era que si soltaba el cubilete éste saltaría de la tapa con lo cual el potaje reventaría en todo su explendor y podía quemarlo.
Hasta ese momento no había sentido ningún daño, seguramente por el hecho de estar más preocupada en que no le sucediera nada a mi hijo, pero después fue tal el dolor que sentí que no podía parar de gritar ¡¡me quemé, me quemé... me duele, me duele!!

Mi pareja, que no conduce, llamó a mi hermano que vive en la misma zona para que nos llevara a urgencias. Pero yo no podía aguantar el tremendo dolor que sentía, pese haberme puesto una toalla mojada en la frente, y decidí salir a la calle a buscar un taxi. En ese momento me importó un carajo las pintas que llevaba... Una larga camisola de playa, sin sujetador y en zapatillas de andar por casa... Lo único que quería era llegar lo antes posible al Centro de Salud y que me aliviaran, aunque fuese un pizquito, aquel sufrimiento tan grande...

A Dios gracia por el camino nos encontramos a mi hermano que nos llevó hasta allí, porque no hallábamos taxi alguno, (está claro que cuando se los necesita no aparecen). Durante el trayecto no dejé de llorar y mi pequeño asustado al ver, por primera vez en sus diez añitos de vida, a su madre inmersa en un paño de lágrimas me ofreció una toallita impregnada en alcohol que había cogido de casa, para que la oliese. Tal cosa es lo que yo hago con él cuando se siente fatigado o con mal estar... Mi niñito tuvo la delicadeza de llevarme "el remedio casero" pensando que iba a ir bien en aquellas circunstancias. Es un primor...

Llegamos a urgencias, me curaron, me pincharon un nolotil y de vuelta a casa batí el potaje que había quedado a media... Tenía el presentimiento de que si no cogía al toro por los cuernos ese mismo día, me costaría mucho más agarrarlo otro día.


viernes, 16 de julio de 2010

NOTICIA SOBRE FOLTRA

El Hospital Nacional de Parapléjicos y su Fundación para la Investigación y la Integración, impulsada por el Gobierno de Castilla-La Mancha, organizarán el primer ensayo clínico destinado a evaluar los efectos de la hormona de crecimiento (GH) en lesiones medulares traumáticas en fase crónica.

Este ensayo clínico cuenta con financiación de la Dirección General de Terapias Avanzadas y Trasplantes, del Ministerio de Sanidad y Política Social y se realizará en 76 pacientes. Se trata de un ensayo clínico controlado con grupo placebo cuya duración de la intervención y del seguimiento es de un año.
Los objetivos del experimento son evaluar, a corto y medio plazo, la eficacia y seguridad a nivel clínico, de un tratamiento de un año de duración basado en dosis exógenas diarias de hormona del crecimiento (GH), complementario al tratamiento habitual de rehabilitación, en pacientes con lesión medular cervical y dorsal (C4-D12) de más de 18 meses de evolución.

El ensayo se realizará en "ciego", esto quiere decir que un grupo de los pacientes reciben la hormona de crecimiento y otro grupo reciben el placebo. Los pacientes, los médicos y los fisioterapeutas no conocen en que grupo se encuentra cada uno de los pacientes incluidos.
La evolución "ciega" garantiza que las evoluciones sean más correctas. Es importante que el ensayo permita conocer el grado de eficacia del tratamiento para, en caso de resultados positivos, poder extender el tratamiento a más pacientes. El tratamiento de rehabilitación será el mismo en los dos grupos de pacientes.
Los pacientes que se incluirán inicialmente en este ensayo serán personas con lesión medular incompleta (ASIA B y C). El responsable del Ensayo es el Dr. Antonio Oliviero y participan todos los servicios del Hospital Nacional de Parapléjicos.

jueves, 29 de abril de 2010

NOTICIA ESPERANZADORA!

Parálisis cerebral infantil y hormona de crecimiento Miércoles 03 de Febrero de 2010 20:01

Aunque carecemos de las estadísticas oficiales es de sobra sabido que todos los años nacen en España una serie de niños con problemas en el parto que producen anoxia y la consiguiente muerte neuronal. El resultado es lo que se conoce como Parálisis Cerebral, una situación que en mayor o menor grado, según la gravedad del cuadro, condiciona de por vida, y de forma dramática, la vida del afectado y sus familiares. El diagnóstico suele establecerse tardíamente, cuando los padres comienzan a percatarse de que su hijo no empieza a hablar o a gatear como lo hacen otros de su edad; o cuando ven que existe una hipotonía más o menos generalizada, que afecta al control de cabeza y tonco, o, por el contrario, lo que existe es una gran espasticidad. Comienza entonces un largo peregrinar por consultas médicas, servicios de Atención Temprana, servicios de fisioterapia, públicoso privados, nacionales o extranjeros; métodos de recuperación de todo tipo, Vojta, Bobath, etc, Institutos de Filadelfia, trabajo en casa de hast a8 horas diarias dedicadas a conseguir que el niño se mantenga, ande...., un auténtico calvario, con el consiguiente perjuicio a la economía familiar, pero también a la pública.



¿Podría evitarse esta situación?. No podemos, todavía, afirmarlo con certeza en el paciente humano, puesto que no se han realizado los ensayos pertinentes, pero, al margen de lo que es la asistencia al parto, de cuya calidad y dedicación de los profesionales sanitarios nunca dudamos, creemos que sí. Al menos a partir de datos en animales de experimentación, sabemos que la muerte de un gran número de neuronas por falta de oxígeno en el parto, puede evitarse con la administración de un factor de supervivencia celular tan importante en este sentido, como es la hormona de crecimiento. En ratas, la simple administración de esta hormona protege a las neuronas de la muerte por anoxia durante unas seis horas. ¿Se evitaría así la aparición de la temida Parálisis infantil?. Para más información sobre estas acciones de supervivencia celular en general, y neuronal en particular, búsquese información en la base de datos Medline.



Si dramática es la aparición de la parálisis infantil, indignante es desde un punto de vista médico, el que habitualmente se niegue a esos niños la posibilidad de crecer normalmente, como un niño normal. Se que lo que estamos afirmando es grave y conflictivo, y muchos profesionales pueden tacharnos de cualquier cosa, y a sus consecuencias nos atenemos, pero, por desgracia lo que ahora vamos a referir es una diaria realidad. "La madre acude a la consulta de su pediatra y le dice que su hijo no crece como los demás, que por favor le solicite un estudio sobre la posibilidad de que su hijo tenga un déficit de hormona de crecimiento. La respuesta habitual, es que para qué quiere que su hijo crezca si tiene una aparálisis cerebral. La hormona de crecimiento es demasiado cara como para administrárselo". Esta descripción se basa en hechos reales, acaecidos a lo largo de 2009, en todo el territorio español, y hoy mismo, según nos han contado desde una importante ciudad andaluza. Cierto es que la sanidad española es de las mejores del mundo, sobrada constancia tenemos de ello, como cierto es que la sanidad pública atraviesa por un difícil momento de déficit presupuestario del que todos somos culpables, sanitarios y pacientes. Ello no es motivo, sin embargo, para que a un niño con un problema como el que describimos se le niegue el derecho a crecer normalmente, al margen de su enfermedad, una tara más a añadir a la que padece de base, y una humillación para los padres que ya bastantes sufrimientos padecen.



El problema, sin embargo, no es solo éste. Nadie puede dudar en el momento actual las importantes acciones que la hormona de crecimiento juega como factor neurotrófico a nivel central: incremento de la proliferación de células madre neurales, de las que una parte se diferenciarán a neuronas, y factor de supervivencia de éstas, así como modulador positivo de la plasticidad cerebral. Conociendo estos conceptos, parece lógico el asumir que la administración de hormona de crecimiento a un niño con parálisis cerebral adquirida, puede tener una importantísima repercusión en la recuperación de funciones perdidas tras la muerte neuronal por anoxia neonatal. Es decir, estamos ante una situación en la que no se trata ya tan solo de un problema estético, mayor o menor talla, sino de la posibilidad de que el cuadro revierta si no de forma total, sí parcialmente. La hormona es cara, pero más caro resulta a la sanidad pública, servicios sociales, y a las familias el que un niño con parálisis cerebral acabe siendo un adulto total o casi totalmente dependiente.



La pregunta que ahora tendríamos que hacernos es: ¿realmente el niño no crece por déficit de la hormona, en cuyo caso sin duda habría que administrársela, o el problema es otro directamente relacionado con su patología?. Hasta donde sabemos, la respuesta es afirmativa en cuanto a la existencia de déficit. Por una parte, esta situación es casi una constante asociada al daño cerebral, independientemente de su etiología, por lo que por lógica debe darse también en la parálisis cerebral adquirida, pero es que además tenemos constancia de que en algunos hospitales de nuestra Comunidad, se han analizado niños con esta patología, se ha detectado el déficit, se ha prescrito el tratamiento y la situación del paciente ha cambiado radicalmente, tanto a nivel de crecimiento como de funciones cerebrales perdidas o disminuídas.



Ante todo ésto, ¿vale la pena intentarlo?. Nuestra respuesta es contundente en este sentido: Sí. No solo saldrá ganando el paciente, y su familia, si no que la propia sanidad, los servicios de asistencia, en suma las Comunidades y el Estado, saldrían beneficiados de este planteamiento, a nivel económico y social.



Jesús Devesa



Catedrático de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de Santiago



lunes, 22 de marzo de 2010

San Juan de Dios 1975-1984

     En 1975 mi madre me inscribió en el Colegio de Educación Especial San Juan de Dios. En aquella época no se contemplaba la integración de niños con algún tipo de deficiencia en los centros ordinarios de educación, así que mi única opción fue esa, ¡y gracias! porque hasta ese año no decidieron hacerlo mixto.

¿Saben cual fue mi primera sensación al entrar por la recepción? ¡¡La de temor!! pero no por ser mi primer día de cole sino porque nada más pasar aquella gran puerta de madera dislumbré ¡¡¡el maaar!!!. Pues sí... Vi el mar y creí que era una piscina enooorme para aprender a nadar. Solamente la idea  me aterraba, quizás es un trauma que llevo desde esa época y por eso aún me hundo como un escombro (risas, bueno.., CARCAJADAS).
Mi madre tuvo que rellenar una serie de impresos mientras yo esperaba mirando boquiabierta a la recepcionista. Se llamaba Nena y ¡¡era coja!! Llegué a pensar que todo el mundo allí tenía alguna tara aunque no me imaginaba a las monjas con la "pata chula" (risas).  

 Por aquel entonces yo contaba con cinco añitos y recuerdo que eran tantas las ganas y la ilusión que me hacía ir al cole, (acuérdense de mi primera entrada donde relato mi gran desconsuelo y enorme congoja por no poder ir a la guardería como mi hermano), que no lloré ni el primer día de clase cuando mi madre me dejó en aquella laaaarga fila.
Parece mentira pero me parece verme allí ahora mismo... Yo, una rabujilla de pelo ondulado, asombrada de ver a tanto niño lloriqueando, gritando, etc. Jamás olvidaré a una niña, un año mayor que yo, pegada a las piernas de su madre llorando como una magdalena suplicando "vámonos, vamonos"... En honor a la verdad, he de confesar que en ese instante fue cuando, sin que cuente lo de "la piscina", comencé "acojonarme" un poquito... Yo miraba atónita a mi madre con cara de "no entiendo un carajo", y mi madre me devolvía la mirada como diciendo "no pasa nada" y me devolvía la confianza.  Pero... ¡¡joeeeer!!, aquella chiquilla parecía tenía bunitex en las manos, no dejaba de llorar, era tan desgarrador el "vámonos, vámonos" que yo dudaba ya hasta de mi madre.

En la clase nos esperaba la señorita Mari Val. Era rechoncha, con un pelo castaño largo y muy fino, los cachetes regordetes rojizos y mirada tierna... Sonreía mucho y su voz era tan dulce que me sentí feliz de estar allí. La clase era totalmente cuadrada y espaciosa. Tenía una hilera de grandes ventanales protegidos por persianas marrones. Una enoooorme pizarra verde y unos pupitres de madera más viejos que mi abuela.  Nos invitó a sentarnos donde quisiéramos y yo lo hice al lado de Migdalia, la llorona de la fila que, por cierto, todavía seguía derramando lágrimas aunque ahora sin tanto histerismo. ¡¡Quién iba a decirme que durante 9 años sería mi mejor amiga!!
Aquí les dejo una foto de Migdalia (izquierda) y yo (derecha).

Jamás creí que diría esto pero... añoro muchísimo esa época... Bueno, más que añorar diría que la revivo con grandes dosis de ternura y cariño. Fuí feliz en ese colegio pese haberme quedado interna un par de fines de semana porque mi madre tenía que ocuparse de asuntos varios. Anécdotas tengo... Uffff... ¡¡Para no parar de escribir!! Como cuando una vez, en 4º curso, pasé olímpicamente de hacer los deberes de matemáticas que el profe D. Manuel había mandado y cuando fue a mirarlos mesa por mesa le mostré unos ejercicios realizados con anterioridad y éste, dirigiéndose a los demás alumnos a la vez que se acercaba a mi libreta dijo:
-"Tengo que fijarme bien por si acaso me dan gato por liebre..."-
En ese instante dije para mis adentros... "TIERRA TRÁGAME" y supe que mi cara estaba como un pimiento morrón rojo porque sentí ¡¡un calooor!! que vaya a la porra el climaterio de mi madre.
No sé si realmente se percató o no de mi engaño y quiso sutílmente advertirme para no dejarme en ridículo, pero el caso es que me dio la enhorabuena y siguió comprobando la libreta del compañero.
Yo aluciné en colores, me quedé atónita, perpleja  y, en ese momento supe que Dios existía, me acordé de todos los Santos y Angeles Celestiales del cielo y les di las gracias por mi buena fortuna exhalando un ahogado suspiro. Nuuunca más volví a tentar mi suerte por si acaso, al menos con D. Manuel, jeje...

También recuerdo mi primera actuación vestida de pastorcita... Fue por Navidades, Mari Val nos había enseñado un villancico que debíamos cantar en el escenario, delante de toooooodos los padres y los demás alumnos, uffff... ¡¡qué mal lo pasé!! Para mi aquello fue peor que la guillotina, siempre me ha gustado pasar desapercibida,  y ver a mi abuela jalando por la mano para decirme que me pusiera más alante... Ufff.... Yo intentando esconderme detrás de los demás y ella jala que te jala con la mano, y yo haciéndome la loca mirando para el suelo, jajaaajaja!!! Al final acabé casi en la "punta alante" porque a mi querida abuela sólo se le ocurrió decirle a mi señorita que apenas se me veía...
En realidad no sé que hubieran sido de aquellas fiestas sin mi abuela. Ella era la única persona que iba a verme actuar en las fiestas del cole. Se iba conmigo en la gua-gua escolar, comía en el comedor y volvía a irse conmigo en la gua-gua del cole. Yo adoraba a "Mamá Uca" y me sentía privilegiada de tenerla para mi solita esos días al año...

Por otra parte,, jamás he vivido la Navidad como en San Juan de Dios. Era entrañable... Creo que éramos los únicos alumnos que acabábamos las clases una semana antes de lo que era habitual en los colegios, jeje... Y esto era así porque, durante esos cinco días antes de las vacaciones, cada clase tenía que hacer en la pizarra un dibujo dedicado al nacimiento de Jesús que luego votábamos para elegir un curso ganador. Qué emoción me envuelve al recordar cómo decorábamos las clases... Cómo pintábamos el belén con las tizas de colores... Correteando por los pasillos y metiéndonos de polizones en otras aulas para plagiar alguna de las ideas que los demás habían tenido a la hora de dibujar...
También hacíamos concursos de tarjetas navideñas, creo lo organizaba la caja de Canarias, ¡¡y yo lo gané durante tres años seguidoooos!! Era una fiera dibujando, siempre me gustó. Mi madre tiene que acordarse de eso, jajaaajaja!!!

Otras de las cosas que recuerdo con muchísimo amor era las casi dos horas del recreo después del comedor... Ibamos a los remos, ahora se les llaman columpios, qué finura. Habían tres grandes parcelas llenas de "columpios", una era toda de toboganes pero a mi me daba miedo subirme a ellos porque eran gigantescos, bueno, quizás era yo la enanilla, con cinco añitos ya me dirán,  jeje... Así que siempre me iba a los remitos, allí me sentaba y las niñas más grandes me remaban hasta que aprendí hacerlo sola. Jo... la de horas que nos pasábamos Paqui y yo remándonos súper alto y cantando "coco guagua". Qué lindo renmemorar todo aquello, qué placer para los sentidos... 

El 13 de marzo de este año, a través del facebook, me enteré que se iba a organizar una reunión de ex-alumnos y  llamé enseguida al colegio para confirmar mi asistencia. Me sentía como una niña chica, emocionadísima con la idea de reencontrarme con mis viejos compis. Mi sorpresa fue que aquella mejor amiga, Migdalia, ¡¡también acudió!! Me alegré mucho de verlos a todos pero fue especial darle un abrazote a mi compañera de aventuras y desventuras. Aquí les dejo un par de fotos del momento, jeje...




lunes, 11 de enero de 2010

La madre que me parió...


Anoche mientras leía me sorprendí a mi misma observándome la mano izquierda. Nunca me había ocurrido, y eso que lo de leer antes de dormirme ya es una rutina. Me acuesto de lado con la mano derecha bajo la almohada, los pies ligeramente encogidos, el libro apoyado sobre el edredón y mi mano izquierda es la que se encarga de pasar las hojas y mantenerlo para evitar se cierre. 

Humberto siempre ha dicho que mi mano es igualita a la de su abuela pero, sinceramente,  nunca había dado la mayor importancia a su comentario. Pero anoche, cuando la miraba detenidamente, por primera vez me di cuenta del enorme parecido que guardan y aluciné con la genética mientras pensaba en mi madre...

La imagen que me viene a la cabeza cuando pronuncio las palabras "mamá" es la de una mujer con muuuucho carácter, podría decirse que hasta de facciones serias. Enérgica mírase por donde se la mire, parece siempre tener hormigas en el culo por eso de no estarse quieta ni un minuto (risas). Maniática del orden y la limpieza, ganándose por merito propio y con honores el apodo de "Mister Proper" (carcajadas). Jamás podré olvidar aquellos temibles viernes... Los viernes no eran asociados con: 
_"Bieeeen, llega el findeeee!"
Sino con:
_"Oh,  oh... toca limpieza general..."
Eran temibles, no porque obligara a sus hijos a ir disfrazados de balletas, sino porque ese día el carácter se le avinagraba aún más. ¡¡Pobre de ti si pisabas por donde había pasado la fregona o que viera una huella de algún dedo en un cristal, uffff...!! Eso si que era lo peor... Primero, como quien no quería la cosa, preguntaba:
_"¿Quién puso las manos en la ventana...?"
Logicamente, ninguno contestaba por si acaso. Entonces venía la investigación... Si, si, porque el SCI al lado de mi madre no tenía na qué hacer, eh?  Ella empezaba por un par de miradas de las suyas, esas miradas de sargento "toca pelotas", ufff... luego se dirigía a la escena del crimen para analizar la huella y a los dos minutos le gritaba a su victima:
_¡¡"Este dedo es tuyo!!
Y comenzaba a desarrollar aquella particular tesis del por qué con tanta autoridad y gritos que, (por si acaso), terminaba por convencerte aunque no fueras tú el culpable, jajaja...

Pero también está la otra cara de la moneda, para mi la más valorada.  La de la madre abnegada, sacrificada, altruista, luchadora, magnánima, ... La que mataría por sus hijos...
Recuerdo su entrega... Era la única que se preocupaba en ayudarnos con las tareas del colegio, aunque la paciencia no era una de sus virtudes y si no que se lo pregunten a mi hermano, jajaja... pero lo que contaba era la intención.
Una madre que, con tan sólo 19 años, se armó de valor y dejó todo para irse con su marido, una niña de apenas dos años y un bebé a la Capital de España intuyendo que allí la parálisis cerebral que afectaba a su primogénita tendría muchas más posibilidades de mejorar. Una madre que se dedicó en cuerpo y alma a esa hija para que llegara a ser una más en este mundo sólo para perfectos.

En definitiva una MADRE CORAJE anónima para el resto del mundo pero una mamá coraje única y especial para mi...

Por todo eso y más... ¡¡VIVA LA MADRE QUE ME PARIÓ!!


        

Una mamá orgullosa...